Desde que ambos se subieron al automóvil sabían lo que iba a pasar. Estaban lo suficientemente ebrios para dejar las formalidades de lado e ir directo al grano. Un poco hartos de estar gritando por encima de la música, además que sus cuerpos se comunicaban más por los bailes tan cercanos. Con un último trago para el camino decidieron salir para encender un cigarro y respirar un poco de aire fresco de ciudad. Los ojos de cada uno no dejaban de mirar el cuerpo del otro, como si tuviesen visión de rayos equis. En el momento en que la colilla del cigarro tocó el piso, ella alzó su brazo para convocar un taxi.
-¨Al motel más cercano¨- dijo ella desde el asiento de atrás con una sonrisa pícara. - ¨Sería bueno pasar a comprar unas cosas antes de entrar¨ - respondió él mientras le indicaba al conductor por dónde irse.
Él se sentó adelante teniendo muy en cuenta que si la acompañaba los podían bajar del vehículo por conducta inapropiada. Con su mano derecha moviéndose hacia atrás intentó de acariciar sus piernas pero ella susurró diciendo que esperara un poco más. Luego de comprar preservativos y más alcohol entraron al motel, le pagaron al taxista y cerraron la cortina de acero en señal de una completa separación de la sociedad.
Pasaron unos pocos minutos mientras entraban y revisaban todo lo que había en el cuarto. Él colocó el dinero en el cajón y las bebidas junto a la cama, al mismo tiempo ella camina hacia el baño para sorprenderse con la tina que estaba ahí. Un último mensaje para sus padres y avisarles que había llegado bien a la casa de su amiga y que ya se iba a acostar. Ella no había bajado el teléfono cuando el la sorprendió desde atrás empujándola contra la pared y besándole el cuello.
Con una mano le corría la cabellera mientras que con la otra le sentía el pecho. Podía sentir como arqueaba su espalda y con su trasero buscaba su erección. En ese momento no había gentileza para abrir cada botón con paciencia, entre los dos fueron desnudándose poco a poco mientras descubrían más detalles en la piel del otro.
Ella encontró la fuerza para moverse hacia la cama y con una sonrisa pícara le dijo -¨Forrate que te quiero adentro¨- el no dudó para acostarse encima de ella -¨Todavía no, aun faltan cosas que quiero hacer¨- dijo mientras bajaba con sus labios a besar los lunares, pasando su lengua por su ombligo y mordiendo lo interno de sus muslos. Ella no necesitaba de saliva para lubricarse, desde el taxi ella estaba húmeda esperando lo que iba a pasar.
Mientras su lengua buscaba su clítoris, los ojos de ella no podían evitar ver hacia arriba como señal de placer. Sus manos sujetaban la sábana de la cama como si ella fuese a salir flotando del lugar. Él con sus brazos logra sujetar su cadera y se logra acoplar a los movimientos bruscos de su cuerpo. Era un delicioso juego de tira y encoje, dónde ella instintivamente se alejaba temblando del placer mientras él trababa de seguirla con su boca para no dejar que escape.
Súbitamente el se aparta con su barba llena de fluidos para mirar lo que había causado. Ella tiene una sonrisa que no puede guardar mientas todavía sostiene la sábana con sus dos puños. El camina hacia su bolsa y abre el condón para colocárselo. -¨Ahora sí estoy listo¨- dijo mientras con sus dedos le ordenaba que se diera vuelta. Ella se apoyó en sus rodillas y se quedó viendo al espejo en la pared mientras sentía como él iba entrando lentamente.
Después de darle una nalgada la sujetó de sus antebrazos y le ayudó a levantarse. Ella ya no tenía manera de apoyarse, estaba suspendida por el agarre mientras sentía el golpeteo de las caderas. Poco a poco el ritmo empezó a aumentar y ambos no podían mantener los gemidos dentro de sus cuerpos, escapaban buscando los oídos del otro para reafirmar que el final no estaba cerca. En un momento ella dejó su cuerpo caer de nuevo a la cama, decidió someterse completamente al sentimiento mientras cerraba los ojos.
Los estímulos bombardeaban sus sentidos y sentía como la calidez empezaba a fluir por su cuerpo, sus músculos ya no podían tensarse. Por un momento, sus extremidades se convirtieron en fideos cocidos incapaces de moverse. Pero ese sentimiento sólo duró segundos porque sintió como una mano infiltraba por su nuca. Su fluidez fue interrumpida mientras él tiraba de su pelo para acercarla. -¨Todavía no terminamos, aún falta bastante como para perderte¨- dijo él mientras le susurraba al oído.
Ese tirón de pelo fue como una inyección de adrenalina y fue suficiente para despertarle su instinto salvaje. Se separó de él y con toda su fuerza lo tiró contra la cama. Mientras le sujetaba las muñecas contra el colchón lo vio a los ojos y le contestó -¨Ahora es mi turno¨.- Él le contestó con una sonrisa de aprobación mientras ella tomaba las riendas del acto. Se sentía como toda una mujer empoderada, marcando el paso de un baile horizontal, y esas manos que tenía sujetas contra el colchón las dirigió hacia su pecho. Sentía cada gota de sudor en su espalda como bajaba en señal de victoria mientras el jugaba con sus pezones.
Ya no le podía importar más sobre la condición de su peinado, mientras que el cabello no se interpusiera entre las miradas penetrantes que compartían en ese momento. -¨¿Confías en mí?¨- preguntó ella viéndolo directo a los ojos. Él asintió con su cabeza en señal de una declaración segura de su respuesta, pero fue sorprendido con una cachetada. - ¨Necesito escucharlo con tu voz. ¿Confías en mí, si o no?¨ - dijo ella con un tono de voz más serio reafirmando la importancia del consentimiento mutuo. -¨Claro que confío.¨- dijo él asegurándose de que ella escuchara.
Ella empezó a mover una de sus manos cerca del cuello de él, colocó un dedo en su boca y mientras él lo chupaba ella decidió aumentar el ritmo. La fricción no existía debido a la cantidad de líquidos que ambos generaron pero se podía escuchar cómo dos cuerpos se golpeaban uno al otro. Ella tomó su otra mano y la dirigió de igual manera al cuello, podía sentir la nuez de Adán entre sus pulgares. Poco a poco fue apretando los costados, asegurándose de que aún pudiese respirar pero limitando la cantidad de sangre al cerebro. Él nunca había sentido algo parecido, entendía porqué ella casi se desvanece anteriormente y simplemente se entregó completamente al sentimiento.
Los gemidos se convirtieron en gritos y los cuerpos se sintonizaron bajo la misma frecuencia de energía. Ya no eran dos extraños en un motel con una idea egoísta, sino eran dos humanos que lograron conocerse y descubrir el verdadero placer mutuo. Un último grito de parte de ambos, mientras ella se desplomaba en su pecho. Ese momento genuinamente raro en que ambos estaban disfrutando de sus orgasmos con el palpitar de sus corazones en los oídos.
Ambos se acostaron uno a la par del otro, en silencio. No porque no tuvieran nada de qué hablar, sino porque el momento les robó de la energía para expresar sus pensamientos. Ella fue la primera en levantarse, y con cada paso tembloroso se acercó a su bolso. Sacó los cigarros y el encendedor y caminó dos pasos para recoger el cenicero, para darse la vuelta y volver a la cama. Ambos prendieron su cigarro y se quedaron en silencio, escuchando cómo se quemaba el tabaco hasta que él empezó a reírse. No pasó mucho tiempo para que ella también se contagiara de esa risa, y el espacio que antes era inundado por gemidos y gritos ahora contenía risas y humo de cigarro.
Ella lo volvió a ver y le preguntó -¨¿Te gustaría hacerlo de nuevo?¨. Él paró de reírse para contestarle el primer pensamiento que vino a su cabeza -¨Dame un chance para tomarme algo y recuperar el aliento, porque así como estoy no creo repetirlo¨- dijo mientras sonreía viéndola a los ojos -¨Pero claro que me encantaría repetirlo, estuvo impresionante¨.
R.A.Pastor